Refuxios

FRENTE A LA ARQUITECTURA MODERNA (FUNCIONALIDAD ABSTRACTA) EL DESARROLLO FORMALMENTE SIMILAR DE LOS REFUGIOS/HALPÓNS (CRECIMIENTO ORGÁNICO)

La arquitectura de la que nos rodeamos intenta solucionar los problemas de habitabilidad a los que nos enfrentamos más habitualmente. Esto lo hacen basándose en otorgar funciones a los espacios en los que, necesariamente, debemos dividir el espacio que habitamos. La ilusión de la arquitectura moderna, que se manifiesta en la mayoría de los proyectos serios, era haber solucionado el problema, haber configurado una manera de proyectar que conseguía dar solución a las necesidades modernas. La lógica es: cada forma tiene su función.

Ese razonamiento esconde, en realidad, una abstracción. Los espacios así producidos generan espacios unificados, ordenados, programados, es decir, con un sentido muy concreto y unívoco de la funcionalidad. Se parte de una idea abstracta, de una generalización de la realidad que, la mayoría de las veces ha perdido la relación con ella. Las necesidades de habitabilidad son, en realidad, anárquicas y cambiantes. Las promesas de la arquitectura moderna de funcionalidad no han podido superar su abstracción, la generalización que genera roces con la cotidianidad.

Frente a esa abstracción queremos proponer el desarrollo anárquico de la arquitectura popular, aquella que crece sin un patrón, sin un programa establecido previo, de una forma orgánica, adecuándose al espacio y las necesidades del momento, que de la misma manera que aparece, puede morir, cambiar, desaparecer. Este tipo de arquitectura no sólo responde a una forma más "realista" de las necesidades, sino que se opone a una abstracción que genera unos significados concretos, que suponen una forma de actuar.
Con arquitectura popular nos referimos no sólo a cierta arquitectura efímera como cierres, cobertizos, sino sobre todo los desarrollos individuales del patrón básico que se realizan paralelamente a la habitación cotidiana, desarrollos no profesionales, que vuelven a dar sentido a la abstracción del programa impuesto. Estos desarrollos son tanto interiores como exteriores, son tanto la reubicación de una habitación dentro del sentido de uso de la casa como los añadidos anárquicos que crecen en el jardín, el porche, el balcón y los redefinen, espacios apropiados al ordenamiento abstracto impuesto.

Esa forma anárquica de ocupación del espacio no es simplemente una respuesta estética o funcional, significa una forma política de ocupar el espacio, en realidad se trata de una IN-CORPORACIÓN, hacer del espacio parte del cuerpo, que crezca de forma paralela a sus necesidades, de modo orgánico. Reivindica una forma de crecimiento no regularizada, no ordenada. De la misma manera nuestro cuerpo incorpora el contexto, tanto geográfico como social. De hecho, la proyección física del contexto implica una categorización social y ésta a su vez vuelve a remitir a un lugar, a una localización. Pero esta circularidad de espacio/contexto social puede ser interpretada de una forma abierta, no tiene por qué ser entendida como una limitación. De hecho con la incorporación del contexto podemos conseguir justamente llegar a crear un nuevo espacio.

El modo de comportarse, mostrarse, resistirse, crea espacios propios que no se pueden ver, pero que habitan el contexto. In-corporan actitudes que dan forma a un nuevo espacio, una forma de vivir que es, en cierto modo, un "refugio" en el espacio social. Estos "espacios personales" funcionan de un modo similar a esas formas de habitabilidad que hemos denominado arquitectura popular.

Esos nuevos espacios personales, tanto en la forma de refugios físicos como en las abstracciones de las respuestas emocionales, acaban influyendo en el espacio circundante de forma que varía su significado. Deconstruye su sentido. Del mismo modo que los refugios físicos niegan la ordenación del espacio, las reglas que intentan organizar, dar sentido, a un espacio organizado, los refugios emocionales que nos construimos para defender una postura personal, mantener una distancia crítica, un lugar propio, también transforman el contexto social en el que se ubican.

Los refugios físicos, con sus ampliaciones, apropiaciones, redefiniciones de la arquitectura niegan la correspondencia forma-contenido, del mismo modo muchas actitudes que podrían pasar por sumisas, dominadas, hegemónicas rechazan esa igualdad. Las mismas formas / posturas personales pueden ocultar discursos contrapuestos. La simple aceptación de una formalidad, de un lugar común, no significa la aceptación de su sentido más usual. De hecho, todo gesto tiene más de una única interpretación.

Son esos discursos ocultos los que crean espacios propios, refugios emocionales en los que crecer con un sentido propio. Espacios que lejos de ser una simple resistencia interna pueden llegar a conquistar nuevos sentidos, pueden vaciar de significado las formalidades encorsetadas y dejarlas simplemente en eso: formalidades vacías que llenar con nuevos sentidos. Como las apropiaciones del espacio doméstico que transforman el sentido de la arquitectura, de los programas, de la "utilidad abstracta" que no crece con el tiempo y las necesidades.